¿¿Habla el PG, a traves de otros, de corrupción??
¿Quién financia el movimiento del “legítimo”? No es más que un engendro paraestatal .
Todos saben que del abundante abanico de sindicatos y liderazgos corruptos, el de la paraestatal petrolera mexicana Pemex se lleva no sólo las palmas, sino que su poder es tal que lo hace literalmente intocable. Y un ejemplo que ofende lo mostró en días recientes su líder Carlos Romero Deschamps, quien en la capital mundial del juego, Las Vegas, lucía un reloj de pulsera de casi un millón de pesos. Una baratija.
El sindicato petrolero, todos lo saben, ha creado una casta divina de personas que por años han amasado fortunas descomunales, en la total impunidad, y que a fuego y sangre mantienen el control absoluto de feudos que, en el fondo, tienen a Pemex al borde del colapso. Y a pesar de la gravedad de esa situación, en el debate que sobre el petróleo y el futuro de la más importante empresa mexicana, han sido muy pocos los que se han ocupado de la escandalosa corrupción que, entre otros sectores vinculados con Pemex, vive el sindicato petrolero.
Y en efecto, llamó la atención que uno de los preocupados por esa escandalosa corrupción haya sido Andrés Manuel López Obrador —quien, según sus corifeos, es el padre de los debates que, ya se verá, muy pronto descalificará “el movimiento soy yo”— quien mandó decir a través de Claudia Sheinbaum que uno de los aspectos fundamentales es acabar con la corrupción en Pemex y por eso propuso “la creación de un comité anticorrupción”.
Sin duda que es mucho más que una brillante idea, se trata de una urgencia, porque a la vista de todos aparecen evidencias de la corrupción en Pemex. Sin embargo, la propuesta de la enviada del legítimo a los foros del Senado termina muy pronto en una mera vacilada, un anzuelo engañabobos. ¿Por qué? Pues por cuestiones elementales como la insultante incongruencia del que manda el mensaje y de la mensajera.
Todos saben que a “el movimiento soy yo” lo último que le importó durante los cinco años que jefatura el GDF, fue precisamente acabar con la corrupción en su administración. Y bueno, ¿qué se puede decir de la señora Claudia Sheinbaum? Esposa de Carlos Ímaz —el de las bolsas de “la comer” llenas de dólares en los videos de Ahumada—, la responsable de entregar las obras de los segundos pisos a empresarios amigos del legítimo, sin licitación, a cambio de que esos empresarios financiaran la candidatura presidencial de “el movimiento soy yo”. Claudia, quien operó la orden de su jefe, de guardar las auditorías de esa obra por las siguientes dos décadas. Aquí y en China, eso no es otra cosa que corrupción.
Pero hay mucho más. A la distancia, queda claro que el hoy legítimo conocía perfectamente la vergonzosa corrupción que operaba desde el despacho de junto al del jefe de Gobierno, donde estaba el señor René Bejarano —y de eso veremos pronto las evidencias que reúne en un libro Carlos Ahumada—. Sabía también que su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce, era viajero frecuente a Las Vegas, a donde viaja el líder petrolero hoy colocado como ejemplo de corrupción. ¿Qué no es cierto que AMLO protegió la huida de Ponce? ¿No es eso corrupción?
¿Quién, por qué y bajo qué criterios se operó el regalo a la Basílica de Guadalupe de los terrenos aledaños, para la plaza mariana? En ese regalo que hizo AMLO a Norberto Rivera —de los bienes que eran del GDF— hay indicios de corrupción, porque se intentó comprar la voluntad del cardenal. Frente a ese regalo, de suyo insultante y violatorio de los fundamentos del Estado laico, palidece el regalo que hizo a los cristeros el gobernador de Jalisco. Sólo que gustamos de ver “la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el propio”.
Todos saben que el PRD terminó con una deuda que rebasa los 800 millones de pesos, porque en la campaña de 2006 echaron la casa por la ventana. Por cierto, a Rosario Robles la echaron por endeudar al partido con poco más de 300 millones. Si el PRD no tenía y no tiene dinero, hay un puñado de preguntas que muchos han formulado, y que “el movimiento soy yo” no ha respondido. ¿Quién financió el plantón de Reforma, los plantones contra la reforma del ISSSTE, contra la reforma fiscal, la petrolera? ¿Quién financió la campaña de Alejandro Encinas, la de Jesús Ortega, el cochinero en Tabasco…?
¿Saben cuántas personas trabajan al lado de AMLO? ¿Cuántos preparan las giras por todo el país, cuántas personas se mueven en avanzadas, en propaganda, en movilización de grupos? ¿De dónde sale el dinero para boletos de avión, para vehículos, gasolina, comida, hospedajes y, claro, salarios? El dinero, por lo menos desde 2006, no sale del partido, porque el PRD está en quiebra económica. Y por eso sus administradores han salido corriendo, porque hay quienes pretenden cobrar facturas que no deben.
Todos en el PRD saben que el movimiento de López Obrador se financia con dinero público, que sale del Congreso federal, del gobierno del DF —en donde se pagan salarios al personal de “el movimiento soy yo”—, de gobiernos estatales. Y eso, les guste o no a los fanáticos “legítimos”, se llama corrupción. Es lo mismo que antaño hacía el PRI con los llamados “partidos paraestatales” —entre ellos el PST, casa de Los Chuchos—, y a los que criticaban severamente los hoy intelectuales orgásmicos de “el movimiento soy yo”. El movimiento de AMLO es un “movimiento paraestatal” de esa copia del PRI en que fue convertido el PRD. Es, les guste o no, una muestra de la corrupción al estilo del viejo PRI.
Por eso, cuando Claudia Sheinbaum dice que su patrono mandó decir que la corrupción en Pemex debe acabarse mediante un comité anticorrupción, insulta al sentido común, a la memoria, a la congruencia de muchos. Y claro, escupe para arriba.
En el camino
Igual que Alejandro Encinas, que ahora va a quejarse al “Trife”.